sábado, 31 de julio de 2010

El envoltorio sí es importante

Saludos, terrícolas. Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. Bueno, lo decía Nietzsche y lo ponía al principio de Conan el Bárbaro así que tiene que ser cierto. Por eso, y tras mi terrible accidente, no es de extrañar que vuelva a postear, y que esta vez le dedique mayor ahínco y frecuencia. Desde ahora tendréis que soportarme semanalmante.

Otra sobre cine. Esta vez hablaré de un tema muy polémico: La gran animadversión que despierta entre el público M. Night Shyamalan. Ha llegado a extremos inenarrables. El mantra de "Shyamalan es peor que Uwe Boll" reverbera en las oscuras profundidades de los foros, mientras que los mas abyectos trolls se frotan las manos. Sus defensores dicen que no es más que un meme de Internet. Una idea "inyectada" por oscuros poderes en la mente colmena del populacho que se retroalimenta a sí misma.

En realidad no hay que ser tan paranoico. No hay tal conspiración. La explicación de tal fenómeno es muy razonable, aunque he de reconocer que el asedio a esta persona es de tal magnitud que sí creo que hay un poco de eso: Costumbre y casi tradición en su acoso y derribo. Ha llegado hasta tal punto, que su última película tiene unas puntuaciones anormalmente bajas. Y cuando digo anormalmente bajas, me refiero al cero absoluto: Ese lugar de la temperatura al que es físicamente imposible llegar. Así de mal están las cosas.

En mi opinión se ha llegado a un estado de predisposición negativa de proporciones infernales. Los dos antivalores percibidos en Shyamalan, la incompetencia y la arrogancia ya son icónicos. Son indisolubles e inseparables de la persona que los ostenta dentro del imaginario colectivo. Este mal sentimiento se palpa en la sala de cine, en el justo momento en que se enciende el proyector, lo cual crea prejuicio.

En realidad, y esto para el espectador de un cine más heterogéneo es bastante obvio, no es extraordinariamente malo ni de lejos. De hecho, no tengo tapujos en afirmar que es hasta bueno. Lo que hace él no es muy distinto de lo que hicieron los autores de The Host, The Mist o si me apuran, de El Caballero Oscuro: Son vehículos narrativos que tienen un envoltorio comercial, en el que se mantiene al público entretenido con "fenómenos", donde si otro tipo de público busca
algo un poquito más profundo, tal vez lo encuentre. Eso sí, hay que rascar.

Es un tipo de cine muy difícil de hacer. Que muchos intentan pero a pocos les sale. The Host es una película de un monstruo, en apariencia, donde se nos hable de otras cosas: La sociedad coreana y de la familia. The Mist es una película, también de monstruos, donde se nos habla de debilidades humanas muy serias, siempre relacionadas con el miedo. El Caballero oscuro es una película de superhéroes donde el tema subyacente está relacionado con la política, el estado de
derecho y el mantenimiento del orden. Este cine es extremadamente complicado de llevar a cabo porque puedes fallar en tres aspectos:

- Podría ser que el componente más superficial, que atrae masas de espectadores, no agrade al público en general. Esto implica riesgo de fracaso comercial. Es habitual caer en este problema cuando el director recurre a "licencias" detalles que sirven para transmitir el tema subyacente pero que no cuadran con unas ciertas "concepciones" de verosimilitud.

- Podría ser que el vehículo funcione bien, pero el tema subyacente no llegue a quien tiene que llegar. Ejemplo: Hasta que no tuve uso de razón (o sea, más de 25 años) no entendía la crítica salvaje y la ironía que siempre acompañaba a las obras de Verhoeven. Yo solo veía robots.

- Puede que ocurran los dos anteriores a la vez. La única mánera de disfrutar de la película sería con una enorme dosis de buenas intenciones, de actitud positiva.

El problema de Shyamalan tiene mucho que ver con el primer punto. Y en ocasiones, incluso con el tercero.

Shyamalan ha utilizado una fórmula que, al parecer, ha cansado al público general. Ellos buscan en el cine nada más que un carrusel de emociones. Este tipo de público siente rechazo ante detalles de la película que no se amolden a ciertas expectativas. Si bien es cierto que estos detalles se cuidaron al máximo en su primer éxito, El sexto sentido, resultando en una satisfacción total por parte de la audiencia, no se puede decir lo mismo de sus siguientes obras. En ellas estos detalles se fueron descuidando progresivamente. Permitiéndose licencias que, a ojos de aquel que sólo ve lo que es visible, resultaban aborrecibles e incoherentes.

Desde el punto de vista de un público minoritario, que ve más cine y de más variedad, esto no son más que detalles insignificantes, y las obras de Shyamalan tienen más contenido del aparente. Un contenido que se puede consumir y disfrutar perfectamente porque no es malo. Pero me temo que esto no le basta a Shyamalan para hacer lo que hace. Si quiere seguir llegando al gran público, tendrá que trabajar muy duramente. Si no lo hace deberá abandonar esta ambición y realizar obras que no dependan de esa exigente taquilla. Esto implica hacer un cine diferente del que hace ahora, con un presupuesto y unas expectativas económicas muy inferiores.

Para arreglar toda esta tendencia negativa necesitará hacer primero política, y luego trabajar en su cine de otra manera. La política la tendrá que realizar mediante actos de contricción públicos, para limpiar su fama de arrogante. No hace mucho, un ciclista tuvo que dejar ventaja a un rival en el tour de Francia para compensar una maniobra percibida como antideportiva por el público, a pesar que no hay ninguna regla ni explícita ni implicita que prohibiera tal práctica. El perjuicio de la imagen estaba en juego, y tuvo que hacer un movimiento que es puramente de cara a la galería, pero que necesitaba para continuar su carrera sin ser masivamente vilipendiado.

Cuando se llega a un público tan amplio no queda más remedio que jugar esta carta de la política. Y a Shyamalan ya le toca. Si no lo hace, corre el peligro de que lo que, de momento, parece un meme de Internet se convierta en una realidad en taquilla. Y no sé si para entonces podrá remontar el vuelo, porque los productores no tienen miramientos.

Sobre el tema de cómo hace su cine: Está claro que deberá ponerse en las botas del público y tratar de entender qué es lo que no les gusta. Si lo hace, enseguida comprenderá de que se tratan de detalles inanes, cási puramente técnicos.

Por ejemplo: Puede que "Señales" nos hable de la recuperación de la fe en circunstancias adversas, pero para el público palomitero, que solo está pendiente del suspense que supone ver a una familia defendiéndose de una invasión alienígena, es una decepción gigantesca comprobar que el extraterrestre es "chapucero". Que no parece més que un hombre con unas mallas verdes. Curiosamente está hecho por ordenador, pero se ha usado de la forma menos espectacular posible.

Que a lo mejor Shyamalan quisiera con ello rendir homenaje a esas peliculas de Serie B de los cincuenta eligiendo esa estética tan sencillota, es algo que escapa totalmente a la compresión de millones de personas que solo se fijan en la corteza. Desde su punto de vista, pagar 7€ por efectos digitales que te devuelven al pasado no es razonable. Si quiere que toda esa gente siga pagando dinero por ver su película, deberá satisfacer sus demandas básicas.

Ahora bien, si tiene orgullo y cojones harà lo que yo le recomiendo ahora mismo, en contradicción total con todo lo anterior: QUE LES DEN POR EL CULO Y SE LA CHUPEN A MICHAEL BAY, QUE ES LO QUE LES GUSTA.

6 comentarios:

  1. Este artículo tuyo sobre Don M Shyamalan es muchísimo mejor que el mío que escribí años ha, que me parece una torpezaca imperdonable, me dan ganas de repetirlo. Me pregunto si el tuyo también conseguirá que alguien deje de hablarte XD

    Había pensado en promocionarte algo más, precisamente en hacerte algo de esa política de la que hablas, pero no sé, no quisiera traerte lectores que probablemente no te entenderían o peor aún, no querrían entenderte. No sé si es mejor dejar que te encuentren, he mencionado que has escrito y tu enlace está en mi blog, me aseguro de que si viene alguien, haya hecho un pequeño esfuerzo antes.

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  2. ¡Qué grata sorpresa! Te echaba de menos, cariño.

    Sobre la figura de Shyamalan se han dicho muchas cosas, aunque existen concretamente dos, que a mi parecer se repiten en multitud de críticas, por lo menos de internautas: por un lado, los que remarcan aborrecidos el tremendo vacío argumental hasta el artificioso giro final donde, sólo entonces, la peli cobra un sentido, y por el otro, aquellos que, según ellos, la absoluta falta de credibilidad, verosimilitud o coherencia no les permiten identificarse con la trama.

    Para los primeros, el cine es, sobre todo, una montaña rusa de sensaciones, mera distracción lúdica, son aquellos que van al cine, palabras textuales a “pasarlo bien” o todavía piensan que el cine de terror tiene como única e intrínseca razón de ser provocar emociones fuertes. El segundo estereotipo, no obstante, me parece más grave, abogan a la necesidad un tanto ridícula del “buen guión”, un cliché grabado a fuego donde no hay lugar para el delirio, ni la salida de tono, vienen mal acostumbrados de la literatura o el cine de misterio anglosajón en que todo, incluso, y especialmente, los detalles más nimios poseen una explicación “lógica”. No me malinterpretéis, no sé hasta qué punto tales apreciaciones son lícitas o no, pero en absoluto son suficientes para denostar poco o mucho el cine de Shyamalan, básicamente, porque se obvia todo lo demás, que no es precisamente poco.

    Es cierto que M. Night Shyamalan tiene detractores, pero quién no los tiene; los tienen Tarantino, Park Chan-Wook, Lynch (especialmente), Gondry, Kitano y antes de ellos los tenían; Leone, Hitchcock, Tarkovski, Lang, Argento (por desgracia, los sigue teniendo), Suzuki o Browning por mencionar algunos ejemplos al tuntún. El problema no reside, pues, tanto en los detractores como en la falta de modelos de espectador con un mayor acervo teórico, aunque bien es cierto, que éstos aparecen con el tiempo.

    El reconocimiento o quizá, siendo más conciso, la relevancia, le llegará tarde, al igual que tantos otros directores de género denostados en el pasado que hoy gozan de la categoría de culto. Allí están para corroborarlo las retrospectivas en festivales, la publicación de ensayos monográficos o las recientes reediciones en dvd de ex-apedreados como Edgar G. Ulmer, Jacques Tourneur (incluso, ahora más reconocido que su padre) Koji Wakamatsu, Samuel Fuller o Lucio Fulci, cuyas carreras cinematográficas se movían entre la indiferencia y la hostilidad por parte de crítica y público, con mayor o menor ambivalencia según el caso.

    La coyuntura de Shyamalan, qué duda cabe, no es exactamente igual a los arriba citados, mas tampoco es antitética, que buena parte de la “inteligencia” cinéfila contemporánea aproveche Internet a modo de foco catalizador de miasma amparada en la coartada epistemológica de la diversidad de criterios (pobre Carnap) no extrañará a nadie, ni tampoco el motivo último por el cual se sigue reverberando en la inquina y el odio irracional hacia este hombre, porque por lo visto, tiene un público más o menos fiel, y eso, amigo Xispo, hay muchos que no pueden, o peor aún, quieren, entender.

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  3. No sabéis lo feliz que soy ahora mismo, leyendo a tanto fan de Shyamalan. No me lo puedo creer, y la verdad, también tiendo a pensar que en un futuro le reivindicarán y se darán cuenta de lo injustos que han sido, al menos desde una perspectiva oficial.

    En su día escribí esto:

    http://www.bloj.net/xisca/cgi-bin/archives/2008/07/que_parezca_un.html

    Es algo mierder, porque es un post remozado de mi foro de cine y en fin, meto apreciaciones y sensaciones subjetivas sobre todo, en realidad podría hacer algo más mesurado y elaborado como lo vuestro; el tío de los comments acabó dejándome de hablar, por esto y por otras opiniones sobre cine y cinéfilos mías que no le gustaban. Había algo personal también, como siempre.

    En mi grupo de amigos existen esos argumentos de los que hablas, Peremantik, son muy severos con Shyamalan, y siempre me lo están restregando porque a ellos "Apu" les da rabia, les parece un creído, y un manipulador. En fin. Me alegro de que alguien más lo aprecie.

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  4. Y una cosa más, viendo este artículo, pienso que en el futuro podría escribir mejores cosas sobre Don M., en realidad es sólo un apunte. Siento todos los exabruptos presentes en el texto por si lo leéis, tiendo a ser muy vehemente porque me indignan estas cosas, me jode que cuando les cae bien usa bien los recursos a su alcance y cuando les cae mal, es un manipulador lleno de trucos. Así no hay manera de aclararse con nada, vaya.

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  5. Xisca, acabo de leer tu post sobre “Apu”,y aparte que es, francamente, muy estimable, un repaso libérrimo, pero lúcido, un poco condescendiente pero para mí nada desafiante, donde sorprende, dos años antes, las más que llamativas coincidencias con tu hermano. Dos textos diferentes, una misma mirada. ¿Serás tú, tal vez, la primogénita “mala influencia”?

    Respecto a los comments, es siempre lo mismo, las mismas quejas, que si Deux Ex Machina por allí, que guión tramposo por allá, que si carece de sentido, que si espectáculo de barraca, llevó leyendo lo mismo una y otra vez sobre el giallo, de hecho, de todo el cine fantástico italiano desde Riccardo Freda a Michele Soavi, casi nada.

    Y en el fondo, tienen toda la razón, pero me gusta pensar que algunos (mucho me temo que tu hermano es de los míos, para desgracia suya) revindicamos la imagen sobre la palabra, que la esencia cinematográfica no es discursiva, es más, no necesita, obligatoriamente, contar “buenas historias” cuyas tramas funcionen como una precisa e ingeniosa máquina de ingeniería, en que no está permitido, jugar fuera de los márgenes genéricos o los arquetipos desgastados. Existe, y es legítimo que exista, un tipo de público, que sigue anclado en concepciones, digámoslo elegante, restringidas, más que nada por comodidad o pragmatismo y suelen ser muy, muy reacios, al talento transgresor.

    Sobre este tema en concreto, lo hemos hablado en algunas ocasiones con maese Xispo y él, simplemente, asiente con la cabeza, como si fuera tan obvio que cansa reincidir en el tema.

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  6. peremantik dijo...
    "Dos textos diferentes, una misma mirada. ¿Serás tú, tal vez, la primogénita “mala influencia”?"

    Totalmente correcto.

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