jueves, 23 de abril de 2009

Afirmando las creencias

Cuando un individuo encuentra a otro que piensa como él, ocurre un fenómeno muy básico de la conducta humana: Establecen un vínculo para afirmar sus creencias. Podríamos decir que refuerzan la señal de sus ideas entre los dos. Esto les sirve para conseguir una cierta comodidad mental. Se protegen de esta manera de aquello que contradice sus creencias, como opiniones diferentes o, en el peor de los casos, de los mismos e inmutables hechos de la cruda realidad.

Ahora yo voy a realizar este ejercicio tan humano, y a veces maldito, de la afirmación de creencias. Presentaré fuentes de información generadas por otros individuos que refuerzan con su misma opinión algunas de mis propias ideas. Estos individuos son más hábiles que yo expresándose e ilustrarán mucho mejor mis propios puntos de vista.

Hace unos meses escribí un post sobre aquella película tan críptica como fue "2001: Una odisea en el espacio". En ella incluí un párrafo con una airada declaración en contra de un supuesto arte "falso", vacío de contenido, que en mi opinión, prospera demasiado en nuestros días.

Yo siempre he dicho que el arte no me vale si no tiene un significado concreto. Pensaréis que es una manera muy estrecha de acercarse al arte, pero es lo que tiene ser un puto determinista asqueroso. Las cosas han de tener un contenido, no puedes esperar que sea el público el que aporte ese contenido, porque entonces el artista no eres tú, es el público. Esto ocurre con el arte contemporáneo. Ese arte en que las obras son utilizadas como inversión a largo plazo por los adinerados del mundo. Muchas veces nos encontramos con que un payaso nos vende la moto con su cuadro "abstracto", cuando no son más que cuatro brochazos que no requieren habilidad ninguna. Su forma de vendérnoslo es precisamente utilizando el argumento de que la obra es lo que nosotros queramos. Que el infierno confunda a aquellos que se traguen las patrañas de estos feriantes.

Bueno, resulta que no hace mucho, hicieron un documental en la televisión sobre la especulación en el arte. Brillantemente narrado por un crítico llamado Robert Hughes, se nos presenta el arte contemporáneo como un mercado para coleccionistas ricos. Un fenómeno que ha alcanzado cotas sin precedentes en tiempos recientes y que, lejos de contribuír a la prosperidad de la cultura, la desvirtúa.

Está claro que este señor es un especialista en la materia, y prefiero que sea él el que exponga este problema mucho mejor de lo que yo lo haría. Lo más doloroso del asunto es que la burbuja de precios que provoca esto sobre las obras impide a la gente corriente acercarse al arte legítimo, mientras que mediatiza el que no lo es, y lo aúpa por criterios de valor monetario en lugar de valor artístico.



Cambiando de tema, pero en la misma línea de refuerzo de señal, tengo otro post bastante peculiar, quejándome de un tema aparentemente inane. En él hablo de la deshonestidad de la factoría Disney al crear estrellas pop adolescentes aúnando conceptos contradictorios de inocencia y atractivo sexual.
Ahora la Disney hace producciones pastelosas, protagonizadas por atractivos jovenzuelos. Algunos son menores, otros solo lo aparentan. Visto por los padres se trata de un inocente musical. Bajo la superfície venden basura del estilo de SuperPOP.
La confirmación de que no soy el único del mundo que piensa que esto es negativo nos viene de gente conocida por no tener precisamente pelos en la lengua. Los creadores de South Park, Trey Parker y Matt Stone. El episodio me parece brillante a todos los niveles e ilustra mi punto de vista de forma impecable.


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Bueno. Creo que con esto queda claro lo que quería decir exactamente y solo me queda añadir que es mentalmente reconfortante el saber que otras personas más hábiles que uno mismo comparten los mismos puntos de vista. Aunque también hay que decir que todo esto no tiene nada que ver con tener razón. Para tener la razón el proceso es más complicado, ya que se requieren pruebas, las reafirmaciones no sirven para nada.