viernes, 30 de enero de 2009

Disertación: Por qué el Porno es moralmente superior a la Disney.

La Disney creó muchos iconos en el siglo XX. El principal: Ella misma. Esta empresa del entretenimiento se especializó en la fantasía y durante el proceso se ha convertido en aquello que vendía. Pero es una fantasía desagradable, una ilusión llena de deshonestidad y caras ocultas.

En la industria audiovisual hay métodos para vender más. Se pueden seguir reglas que obvien cualquier criterio artístico, maximizando resultados y beneficios. Disney lleva estas reglas al extremo más bestial. Solo son superados por el estilo de propaganda de Goebbles. La más fundamental de sus estrategias es la misma que la del hombre del saco: Ir a por los niños.

El público infantil es, por definición, el segmento de población más vulnerable e influenciable. Asimilan con facilidad todo lo que les echen, y mediante la repetición y la exposición prolongada a ciertas ideas se obtienen mentes adultas a la medida de intereses privados. El único problema de esta estrategia es que el dinero está en el bolsillo de los padres. El problema de como mover el dinero desde el bolsillo de los padres a las bocas de los ejecutivos se resolvió hace tiempo en la Disney. Su método es la corrección política.

La corrección política es una corriente que aboga por modificar el lenguaje y las formas para no ofender a nadie. La Disney trata de vender productos correctos a los padres, porque piensan que a los padres les interesa que lo que vean sus hijos por la tele sea inocuo. Inocuo, en el sentido de que no los traumatice, ni les inculque conductas indeseables. Disney trata de vender esa corrección, pero entonces surge el problema de que la corrección política es tan subjetiva como cualquier cosa que dependa de ideologías políticas.

Lo que ocurre siempre es que la Disney, en su afán por satisfacer a los padres que más protestan, acaban desviando sus premisas de corrección al terreno de los fundamentalistas y ultra-conservadores, que son los padres que hacen más ruido. Tratar de satisfacer a un fundamentalista es imposible. El fundamentalista ve siempre perversión en todos lados porque su propia mente la alberga. Por lo tanto, siempre suben el listón. No es que la Disney sea conservadora. No tienen ideología, son una empresa. Pero su modelo de negocio los lleva allá donde el viento sopla más fuerte.

Últimamente el modelo de negocio de la Disney ha ampliado su espectro de edades, ahora venden también a adolescentes. El adolescente es fundamentalmente distinto del niño, sobre todo en lo que se refiere al sexo. Es difícil vender a un adolescente sin tocar el tema del sexo, ni que sea muy tangencialmente. El adolescente es un buen objetivo comercial porque el dinero de sus padres está en sus propios bolsillos. Incluso a veces se podría considerar que tienen su propio dinero. Uniendo esto al hecho conocido de que los jóvenes son intrínsecamente idiotas, tenemos una combinación que es una bomba. Un bocado demasiado apetitoso para dejarlo escapar.

El problema actual de la Disney es casar a los padres fundamentalistas con un márketing destinado a adolescentes, cosas incompatibles, a priori, vistas las experiencias con el Rock and Roll y otros fenómenos de masas para jóvenes. Y sin embargo, la Disney lo intenta. El resultado es toda una serie de productos totalmente surrealistas, si los analizamos detenidamente. Y unos "artistas" cuyo comportamiento no podría ser más contradictorio.

Ahora la Disney hace producciones pastelosas, protagonizadas por atractivos jovenzuelos. Algunos son menores, otros solo lo aparentan. Visto por los padres se trata de un inocente musical. Bajo la superfície venden basura del estilo de SuperPOP. Como los jóvenes no son de piedra, no pueden estar interpretando siempre, y a veces la lían. Nada que una buena maniobra de relaciones públicas no solucione. No hacen más que jugar con este doble rasero de sexualidad e inocencia.

Se crean unas paradojas interesantes. La que más me ha llamado la atención es el caso de un grupo de pseudo-Rock que proclaman su virginidad portando simbólicos anillos de la pureza. Sería cómico, si no fuera porque responde a una campaña política cuyo objetivo no es la salud pública, sino el cumplimiento de ciertos dogmas religiosos.

El porno puede tener, también, sus mentiras. El sexo de verdad no es como en el porno, y muchos cuerpos que vemos en el porno no son naturales. Pero hay opciones de todo tipo, y la variedad es amplísima. La actitud es desenfadada, no hay tabús si uno no quiere, y siempre se trata de enseñar, no de esconder. Las diferencia de prioriades con respecto a la Disney es abismal. Esta gente sabe lo que vende y no pueden ser más directos. Es una industria muy democrática, en el sentido de que con pocos medios y muchas ganas, se puede triunfar. Es una industria que se ha adaptado a las nuevas tecnologías de forma admirable, con una amplitud de miras vastamente superior a la de esas grandes multinacionales que tantas cosas tienen que proteger y esconder.

¿A quién le importa, si Miley Cyrus posa sensualmente en Vanity Fair, pudiendo ver a Stoya haciendo sufir a un oso de peluche? ¿Por qué un chaval de 14 años tiene que esforzarse en buscar el morbo en la minifalda de Ashley Tisdale, cuando prácticamente el morbo vendrá a él, solo con mirar a Belladona? El chaval se va a masturbar igualmente, ¿Por qué pagar más, cuando tienes el RedTube?

No señores. Esto no puede ser. La Disney no puede vender sexo en estas condiciones. Ya hay una industria para eso. Y es una industria que da la cara y tiene honor.

1 comentario:

  1. Es Goebbels, que si no parece el nazi de Los Picapiedra XD

    Bueno, el porno puede que sea así de democrático para sus consumidores, aunque parece que sigue sin contemplarse mucho el punto de vista de las mujeres, si bien no lo he investigado mucho, Disney y el porno no están entre mis prioridades, soy así de raruna. El problema suelen ser los que creen que el sexo no sólo es como en las películas sino que debe serlo, lo cual nunca entenderé, es como si yo decidiese hacerme vampiro tras ver "Jóvenes Ocultos". Pero en fin, gilipollas los hay en todas partes.

    ¿No ves a los hombres de negro con orejas de ratón Miki? Ya vienen por la terraza...

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