lunes, 17 de agosto de 2009

Bob esponja y la crispación política.

Bob Esponja representa una de las últimas gotas de oro que flotan sobre este océano de mierda que es actualmente la televisión. Son los últimos dibujos animados divertidos para personas de todas las edades. Los autores tomaron la rara decisión de creerse al pie de la letra aquello de "Para todos los públicos" y crearon algo que, efectivamente, divierte a pequeños y mayores.

En una época, la nuestra, en la que es habitual confundir al público infantil con idiotas, en la que se estudia cada detalle superficial y se abandona completamente cualquier contenido útil, en una época en la que el único objetivo de la ficción para niños es encapricharlos con algún producto que vender, es un auténtico alivio y gozo contemplar algo tan inteligente como Bob Esponja.

Hay que dejar claro que, efectivamente, Bob Esponja es tonto. Y su amigo Patricio, es tan tonto, que es hasta peligroso. Pero estamos ante un recurso clásico de la comedia como es la pareja al estilo de "El gordo y el flaco". Una fórmula con casi un siglo de vigencia que sigue funcionando. En realidad está realizado con gran cuidado y lo más bello de Bob Esponja son los temas que sutilmente se introducen para deleite del espectador adulto.

Hoy he tenido el privilegio de ver un episodio en el que se habla del feroz bipartidismo de nuestros días. Esta democracia demagógica, divisiva, de dos fuerzas enfrentadas en oposición tan férrea como dogmática. El revisionismo histórico, el empecinamiento de las partes en mantener sus principios y de sacrificar hasta la convivencia y respeto por ello. Todo esto lo he visto sintetizado en un corto de 25 minutos en el canal Nickelodeon a la hora del pan con nocilla.

Bob Esponja y Patricio decubren que algunos habitantes de Fondo de Bikini (su lugar de residencia) hacen una recreación histórica de una batalla. Enseguida salen a relucir las ideologías de cada uno de los protagonistas, totalmente contrapuestas y que los enfrenta en cuanto toman conciencia de ellas. El tema de discusión y causante de la batalla era la higiene personal, sobre la que hay dos visiones radicalmente opuestas e históricamente enfrentadas en este submarino lugar.

La cosa se pone fea y llega un momento que los dos amigos se meten en una lucha fraticida de desodorantes contra pelos de sobaco, de jabón contra basura, y otras lindezas escatológicas. Lo de arrojarse basura es una metáfora fantástica de lo que ocurre en la política actual. Después de una larga batalla, con momentos que nos recuerdan a Ren & Stimpy, (obra de gran influencia en estos autores) hay un momento de moraleja con discurso incluído. Bob Esponja hace una sentida apología de la democracia como un sistema dinámico, resultado del equlibrio entre dos fuerzas
contrapuestas. Parece invocar al principio del Ying y el Yang cuando dice:

"¿Qué es la suciedad sin limpieza?, ¿Qué es la limpieza sin suciedad?"

De este modo, Bob Esponja defiende esa dinámica como algo que debe mantenerse sin incurrir en un enfrentamiento destructivo.

Política, filosofía oriental y payasismo gratuíto en un solo paquete. No se puede pedir más.